Traducción al español por: Dinorah Peña-Durán

Veterano de la NFL.
Filántropo.
Emprendedor.

Los logros de Akin Ayodele son numerosos, sin embargo, como sucede con cualquier viaje, todo eventualmente te devuelve a la raíz de tus inicios.

El mayor de cuatro hijos, Akin creció en Irving bajo la guía y cuidado de una madre que trabajaba incansablemente para proveer a su hogar lo mejor en la medida de sus posibilidades. Y cuando hablamos de lo mejor, no es lo tiene un valor material, sino aquellas cosas que el dinero no puede comprar, las cosas hechas con amor. Cuando hablas con él hoy, el mismo amor que recibió se mantiene como la motivación detrás del hombre en el que se ha convertido.

“Lo que me levantó todos los días fue mi familia,” dice. Durante el tiempo de Akin en la liga profesional, escribió los nombres de su madre y sus hermanos en su pulsera todos los días. Y no es de extrañar. Su familia era, en muchos sentidos, la inspiración que lo empujó incluso cuando era un niño pequeño que crecía apenas.

Siendo adolescente y tratando de encontrar su lugar en el mundo, las metas de Akin  se centraron en construir un futuro para él y para su familia. No fue hasta que entró en la Escuela Preparatoria MacArthur que su pregunta de ‘¿cómo voy a hacerlo?’ fue respondida. Después de leer un artículo en la revista deportiva Sport Illustrated sobre becas universitarias, el mundo de Akin  cambió.

“Sabía que la universidad sería la ruta”, recuerda. “Algo me dijo que si podía llegar a la universidad, los recursos, el aprendizaje y la enseñanza estarían ahí disponibles para mí. Y si alguna vez iba a cambiar la trayectoria de mi familia, ese era el camino por seguir”.

Akin vio la universidad como su camino hacia adelante en un mundo más allá de donde él se encontraba – y el camino para llegar allí, para él, era el fútbol. Nunca antes había jugado al fútbol organizado, pero aquel joven estudiante de 5′ 6″ de estatura se presentó al entrenador Ray Overton, el entrenador de fútbol de MacArthur, pidiéndole una oportunidad en el campo.

No fue nada fácil para él. Trabajó arduamente, y sus dificultades con la dislexia le trajeron aún más desafíos que superar. Sin embargo, cuatro años más tarde, el niño que una vez llamaron “manos de piedra” consiguió un lugar en la prestigiosa Universidad Purdue. Cuando se le pregunta acerca de sus días universitarios, uno pensaría que su primera respuesta sería sobre el tiempo de juego. Pero para Akin, fue su experiencia como estudiante lo que más proyecta. “Realmente lo disfruté,” explica. “Era casi como si hubiese madurado tarde, y las luces se apagaran para mí. Entonces, finalmente encendí las luces, y pude ver todo. Había nuevas puertas y nuevos lugares que estaba descubriendo en mi mente y en mí mismo”.

Después de obtener una exitosa carrera en el futbol americano colegial y una temporada de nueve años en la NFL, Akin más tarde regresó a la universidad para obtener su maestría en administración de negocios. Ahora, años más tarde, Akin todavía está buscando más, pero no importa lo lejos que llegue, él siempre continúa mirando hacia atrás. “Mis raíces están aquí”, dice. Es más que claro que la ciudad de Irving y la Preparatoria MacArthur tienen un lugar especial en su corazón. Por eso, Akin siempre hace tiempo para retribuir al lugar que dice que le dio tanto.

Una forma es a través de la Beca Michael Tillman, que fundó y que lleva el nombre de su difunto amigo y ex compañero de clase de MacArthur. Akin perdió a Michael durante su último año de escuela preparatoria en un trágico accidente automovilístico del que el propio Akin también sufrió lesiones. Ahora la beca honra a los estudiantes de 12º grado de preparatoria que tienen aspiraciones  de ir a la universidad y aventurarse en sus propios viajes de vida, al igual que Akin.